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Siempre digo que mi trabajo me fascina y que siento una debilidad especial por la consecutiva pero además hay ocasiones en las que me parece que me hubiera tocado la lotería. Ese fue el caso del pasado 6 de septiembre. Se celebraba la inauguración de la librería La Central. En las actuales circunstancias, cualquier acto que suponga fomento, apoyo o difusión de la cultura es como el florecimiento de un jardín en medio de un desierto. Este jardín en concreto se me antoja como un parque enorme, poblado con una multitud de especies botánicas y de árboles que atraerán la lluvia y favorecerán la reforestación de este hábitat tan árido y tan necesitado de verde. La librería es magnífica y os recomiendo que vayáis a visitarla. La mesa de ponentes a la que me senté para llevar a cabo mi trabajo estaba compuesta de la siguiente manera: Herralde, legendario editor español, Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura, Inge Feltrinelli presidenta de la editorial del mismo nombre y viuda de su fundador y Alessandro Baricco, celebérrimo autor italiano. ¿Bingo, no? Confieso que estaba nerviosa ante tal plantel de oradores y al mismo tiempo entusiasmada de oírles hablar y poder compartir mesa con ellos. Fue un placer volver a coincidir con Alessandro Baricco. Hace unos años tuve la suerte de participar como intérprete en un seminario de 5 días que él impartió en los cursos de verano de la Universidad Menéndez Pelayo. En esa ocasión trabajamos en simultánea. Fueron unas clases apasionantes y todo un descubrimiento el poder conocer a Baricco en persona y comprobar lo accesible y encantador que es y cómo colabora con los intérpretes. Precisamente por eso, se calmó mi inquietud y disfruté muchísimo interpretando al gran autor italiano, que como siempre tuvo un discurso interesantísimo y lanzó con sus palabras una oleada de optimismo ante los nubarrones que se ciernen sobre la cultura en general y el mundo de la literatura en particular. Cuando se está junto a un orador así resulta fácil dejarse contagiar por su entusiasmo, cabalgar la ola de sus palabras y celebrar la dicha de dedicarse a esta profesión.